El Límite Central
Fotos: Vito López y Esther de Aragón
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Nuestra andadura central empieza en Retortillo, que conserva parte de su muralla, uno de sus arcos, casas blasonadas y un gran templo. Situada al pie de la Sierra de Pela, en pleno Camino del Cid, ha sido desde antiguo cruce de culturas, paso hacia Atienza por las sierras de Pela y de Miedes.
Aunque Soria tiene célebres cañones, el que forma el Talegones entre Retortillo y Cabreriza es poco conocido. Muy cerca de la primera, las aguas se cierran entre paredes de roca y quedan restos de molinos. Una vereda sigue el curso, a veces recogida entre angosturas, otras amplia entre bellos rincones.
La primavera llega a Soria un poco tarde, pero cuando lo hace la tierra revienta de color y de vida. Son miles las flores que brotan entonces. En pocos lugares he visto praderas de lirios silvestres y aquí abundan. Espinos, árboles de ribera y frutales pueblan el cañón, además de plantas aromáticas que definen el olor del Sur.
Nunca faltan las paredes de roca. El río no siempre lleva mucha agua, puesto que está muy sometido a que el otoño y la primavera tengan lluvias y el invierno nieve. Yo lo he visto desbordado del cauce en numerosas ocasiones, pero a lo largo del curso se filtra entre la roca y desaparece, dejando rincones serenos y bellos.
También existen caminos en la parte superior, al borde de las paredes. Por encima del Talegones se encuentra la mejor representación de arquitectura pastoril de España, aunque la soledad ha forzado el abandono de muchas construcciones. En todo caso, quedan rebaños en el Sur y por eso algunas taínas se mantienen bien.
Junto a Torrevicente el río se abre en una encantadora pradera. Es la diversidad que está tan presente en todo el Sur. Y no siempre hace frío, es casi un mito ya. El invierno es duro, sí, pero la primavera y el otoño son un verdadero placer para recorrer los montes y el cañón, mientras el caluroso verano es perfecto por la noche.
No hemos dedicado tiempo a los habitantes, más allá del ser humano. Los dueños del espacio aéreo son los buitres, las águilas, el alimoche, el cernícalo, el búho real, además de perdices, codornices y mil aves pequeñas más. Pero también hay avutardas, sisones y alondras, como corzos, jabalíes y liebres en los montes.
Torrevicente está entre Retortillo y Lumías. El pueblo se adapta a la forma cóncava del monte y se descuelga hasta el mismo río. Praderas y huertos se extienden junto al curso, recordando lo complicada que debió ser la vida en la zona, ya que la tierra fértil es escasa. Es fácil entender que el soriano sea un hombre fuerte y recio.
Siguiendo el cañón se alcanza Lumías, a mi gusto uno de los pueblos más atractivos de la provincia, por su ubicación bajo las rocas, por el propio río, que parte en dos el lugar, por sus palomares y colmenares, casi embutidos en las oquedades, por sus taínas de paredes de "piedra elegante" y por mil cosas más.
Nuestro Talegones entra en Lumías y enseguida el agua es aprovechada por un antiguo molino. Son varios los que había en activo hace apenas 60 años, incluso una fábrica de luz con un salto de agua forzado. Pero todo cambia y queda poco ya. Lo bueno, en contrapartida, son los saltos que han dejado estas edificaciones.
Y si piensas que no siempre es bella la zona, te equivocas. Da igual que haya nieve, que sea otoño y se vistan de color las hojas, que llegue la primavera... Recuerdo que un amigo, del Sur de Soria, me dijo que el placer que yo sentía cuando leía, él lo notaba cada mañana al contemplar la naturaleza, un auténtico libro que cambiaba cada día.
El río Talegones abandona el término de Lumías, entra en el de Arenillas y, sin tocar la población, gira hacia el norte, hacia el Duero. Los habitantes de Arenillas tenían allí sus huertos. Las manzanas que recogían en noviembre y duraban hasta febrero procedían de allí, o del Parado, un curso pequeño pero lleno de belleza también.
El pueblo de Arenillas es pequeño, pero es un lugar bien conservado. Su iglesia, inicialmente románica, ha sufrido varias reformas, pero no esconde su origen. Una asociación ha conseguido conservar tradiciones y recuperar iniciativas que citaremos en las Curiosidades. Por cierto, tiene un bar para descansar del paseo y tomar algo.
Arenillas tiene un asentamiento antiguo, lo delatan sus topónimos, los restos que los arqueólogos han catalogado y la fuente romana, restaurada hace unos años. Está al salir del pueblo, por la cuesta de la Fuente y junto al camino de las Calzadas, un buen nombre para recordar que hace 2.000 años la zona estaba poblada.
Si siguiéramos hacia el este, llegaríamos a La Riba de Escalote y, después, a Rello, otro punto de gran atractivo, ya que se trata de un pueblo que se ancló tras una muralla medieval y aún continúa así. El río Escalote, que nace entre Soria y Guadalajara, junto a Barcones, rodea Rello y acompaña la carretera hacia Berlanga de Duero.
Nuestro camino va hacia Berlanga, pero no podemos dejar de hablar de Brías y Abanco. En ellas nacieron sendos obispos, de León y Astorga, respectivamente, lo que hizo que se construyeran dos templos y dos palacios en ambas poblaciones entre los siglos XVII y XVIII. El palacio de Brías, el de la imagen, fue hasta hace poco un hotel rural.
Abanco, en la imagen, y Brías parecen estar en medio de ningún sitio y, además, con sus palacios e iglesias sobresaliendo de forma destacada. Los asentamientos de ambas son antiguos, sólo hay que ver la fuente romana y la ermita románica de Brías, así como la cueva con pinturas rupestres entre Abanco y Sauquillo.
Berlanga de Duero es el centro de la zona. Declarada Conjunto Histórico, conserva una bella plaza castellana, porticada, la impresionante colegiata de Nuestra Señora del Mercado, el castillo gótico-renacentista, casas blasonadas y los restos de un palacio. Por cierto, comer se convierte en un placer en Berlanga.
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