Tierra de Setas
Romerías
Esencia de Soria
Alma románica
Tierra de setas
Es una especie de contradicción, pero cuando llega la primavera o el otoño, especialmente este último, las tierras de Soria dejan de estar despobladas, al menos en apariencia, porque acuden gentes de todas partes a recoger setas. Las hay de todas las formas y especies, exquisitas y tóxicas. Sólo hace falta que las estaciones sean lluviosas y que en verano caiga alguna tormenta, que dicen por allí, para que salgan setas.
Y puesto que hay mucha gente que tuvo que emigrar en su día, que vive fuera de Soria pero está al tanto de lo que ocurre en su tierra, en cuanto aparecen las setas, vuelven. Y los que no son de Soria también acuden, pues hay mucho aficionado, como a la caza, ya que las tierras sorianas parecen haberse convertido en un inmenso coto, especialmente de caza mayor. De ahí lo de los corzos y el peligro en la carretera. Ve con cuidado, sobre todo al atardecer.
Romerías
En Soria no se ha perdido la tradición de las romerías. Muchas de ellas tienen cientos de años de existencia y aún reúnen a un buen número de personas. Así ocurre en Tiermes (foto superior derecha).
En Pedro, los días centrales de agosto se celebran las fiestas con sucesivas romerías, teniendo especial significación la de la Virgen del Val, el día 17 (fotos superior y central izquierdas). Los asistentes son invitados a limonada y tortas tradicionales.
En Arenillas (fotos inferiores), la imagen del "Rompetejas" pasea por el pueblo en la segunda semana de agosto, rozando el alero de algunas de las calles más estrechas.
Al acabar las romerías se realizan los "remates", con subastas que ayudan al mantenimiento del patrimonio religioso de los pueblos.
Destilación de plantas aromáticas. Arenillas
A finales del siglo pasado, las gentes de Arenillas recuperaron la destilación de plantas aromáticas, sobre todo espliego y lavanda. Lo que se consigue de la venta de la esencia es utilizado para obras en el pueblo o para otras actividades.
Las jornadas de destilación se celebran a finales de agosto. Las gentes se reúnen para segar, con hoz y zoqueta como antiguamente, y para ayudar en el proceso. La jornada es una verdadera fiesta, con comida y merienda campestre incluidas.
Junto al Talegones yace la caldera en la que se introduce el agua y la flor. Al poco, el paraje se llena de un olor que hace parar a todo aquel que se acerca por carretera. Un placer para los sentidos.
Si quieres saber más, te dejo un folleto que me pidieron hace un tiempo sobre el tema.
La pervivencia del románico
En otros tiempos, las tierras de Soria fueron más convulsas que ahora. Abderramán III, Almanzor, Garci Fernández, El Cid, Alfonso I... son parte de una lista de personajes que escenificaron las batallas entre moros y cristianos. Mientras, los habitantes fueron levantando con lo que tenían pequeñas iglesias para elevar sus plegarias y llenaron la provincia de templos románicos. Y el Sur no escapa a ello. Son sencillos, normalmente, de una belleza deliciosa y fechados a partir del siglo XI. Ábsides circulares, galerías porticadas, capiteles labrados y canecillos son sólo parte de lo más destacado del románico soriano.
Todos nuestros pueblos, los del Sur, tienen alma románica, en mayor o menor medida. Valgan de ejemplo, más allá de lo citado antes, la portada de la ermita de Brías, la iglesia de Caltojar, los capiteles y canecillos de Ligos, la portada de Arenillas o la iglesia de Lumías, en las imágenes.