El Límite Central
18 - 18
Nuestra andadura por el límite central empieza en Retortillo, un lugar que conserva parte de su muralla, uno de sus arcos, casas blasonadas y un gran templo. Situada al pie de la Sierra de Pela, en pleno Camino del Cid, ha sido desde antiguo cruce de culturas y paso a Atienza por las sierras de Pela y de Miedes. ¡Y se come muy bien!
Aunque Soria tiene célebres cañones, el que forma el Talegones desde Retortillo hasta Cabreriza es muy poco conocido. Muy cerca de la primera, las aguas se encierran entre paredes de roca y quedan restos de molinos antiguos. Una vereda sigue todo el curso, a veces recogida entre las angosturas del espacio, otras, amplia entre bellos rincones.
La primavera llega a Soria un poco tarde, pero cuando lo hace la tierra revienta de color. Son miles las flores que brotan entonces. En pocos lugares de España he visto praderas de lirios silvestres y aquí abundan. Espinos, árboles de ribera, encinas y robles pueblan el cañón, además de plantas aromáticas que dan un olor característico al Sur.
Nunca faltan las paredes de roca. El río no siempre lleva mucha agua, puesto que está muy sometido a que el otoño y la primavera tengan lluvias y el invierno nieve. Yo lo he visto desbordado del cauce en numerosas ocasiones, pero a lo largo del curso se filtra entre la roca y desaparece, dejando rincones serenos y bellos.
También existen caminos en la parte superior, al borde de las paredes. De hecho, por encima del Talegones se encuentra la mejor representación de arquitectura pastoril de España, aunque la soledad ha forzado el abandono de muchas construcciones. En todo caso, aún hay rebaños en el Sur y por eso algunas se mantienen.
Junto a Torrevicente el río se abre en una encantadora pradera. Es la diversidad que está tan presente en todo el Sur. Y no siempre hace frío, es casi un mito ya. El invierno es duro, sí, pero la primavera y el otoño son un verdadero placer para recorrer los montes y el cañón. El verano, caluroso a mediodía, es perfecto durante las noches.
No hemos dedicado tiempo a los habitantes, más allá de los seres humanos. Los dueños del espacio aéreo son los buitres, las águilas, el alimoche, el cernícalo, el búho real, además de perdices, codornices y mil aves pequeñas más. Pero también hay avutardas, sisones y alondras... Mientras, corzos, jabalíes y liebres pueblan los montes.
Torrevicente está entre Retortillo y Lumías. El pueblo se adapta a la forma cóncava del monte y se descuelga hasta el mismo río. Praderas y huertos se extienden junto al curso, recordando lo complicada que debió ser la vida en la zona, ya que la tierra fértil es escasa. Es fácil entender aquí que el soriano sea un hombre fuerte y recio.
Siguiendo el cañón se alcanza Lumías, a mi gusto uno de los pueblos más atractivos de la provincia, por su ubicación bajo las rocas, por el propio río, que parte en dos el lugar, por sus palomares y colmenares, casi embutidos en las oquedades, por sus taínas de paredes de "piedra elegante" y por mil cosas más. Te invito a descubrirlo.
Nuestro Talegones entra en Lumías y enseguida el agua es aprovechada por un antiguo molino. Son varios los que había en activo hace apenas 60 años, incluso una fábrica de luz con un salto de agua forzado. Pero todo cambia y queda poco ya. Lo bueno, porque siempre hay contrapartida, son los parajes que han forjado estas edificaciones.
Y si piensas que no siempre es bella la zona, te equivocas. Da igual que haya nieve, que sea otoño y se vistan de color las hojas, que llegue la primavera... Recuerdo que un amigo me dijo que el placer que yo sentía con un libro en las manos, él lo notaba cada mañana cuando contemplaba la naturaleza, que era como un libro y cambiaba cada día.
El río Talegones abandona el término de Lumías, entra en el de Arenillas y, sin tocar el pueblo, gira hacia el norte, en dirección al Duero. Pero los habitantes de Arenillas tenían sus huertos junto al curso y aquellas manzanas que recogían en noviembre y duraban hasta febrero procedían de allí, o del Parado, un curso pequeño pero lleno de belleza.
Arenillas es pequeño, pero es un lugar bien conservado. Su iglesia, de origen románico, sufrió una fuerte reforma en época renacentista, pero no esconde su origen. Una asociación ha conseguido conservar tradiciones y recuperar iniciativas que citaremos en las Curiosidades. Por cierto, tiene un bar para descansar del paseo y tomar algo.
Arenillas tiene un asentamiento antiguo, lo delatan sus topónimos, los restos que los arqueólogos han catalogado y la fuente romana, restaurada hace unos años. Está al salir del pueblo, por la cuesta de la Fuente y junto al camino de las Calzadas, un buen nombre para recordar que en época romana, la zona estaba ya poblada.
Si siguiéramos hacia el este, llegaríamos a La Riba de Escalote y, después, a Rello, otro punto de gran atractivo, ya que se trata de un pueblo que se ancló tras una muralla medieval y aún continúa así. El río Escalote, que nace entre Soria y Guadalajara, junto a Barcones, rodea Rello y acompaña a la carretera hacia Berlanga de Duero.
Nuestro camino va hacia Berlanga, pero no podemos dejar de hablar de Brías y Abanco. En ellas nacieron sendos obispos, de León y Astorga, respectivamente, lo que hizo que se construyeran dos templos y dos palacios en las poblaciones entre los siglos XVII y XVIII. El palacio de Brías, el de la imagen, fue hasta hace poco un delicioso hotel rural.
Abanco, en la imagen, y Brías parecen estar en medio de ningún sitio y, además, con sus palacios e iglesias sobresaliendo de forma destacada. Los asentamientos de ambas poblaciones son antiguos, sólo hay que ver la fuente romana y la ermita románica de Brías, así como la cueva con pinturas rupestres en el camino de Abanco a Sauquillo.
Berlanga de Duero es el centro de la zona. Declarada Conjunto Histórico, conserva una bella plaza castellana, porticada, la impresionante colegiata de Nuestra Señora del Mercado, el castillo gótico-renacentista, casas blasonadas y restos de un palacio, que albergan un centro de interpretación. Por cierto, comer allí es un placer.
<
>
Fotos: Vito López y Esther de Aragón